Sili[k] ... escupe con el alma

Mi corazón supura infección, infección de amor y de su pérdida.

Thursday, September 02, 2004

Mentiras de febrero

No era verdad, la razón me ha vuelto a engañar, con la misma mentira de siempre, la de hacerme creer invulnerable. Y ahora se ríe de mí. ¿Quién te crees que eres para controlar tus deseos?
Estos días he buscado el sol por la noche. Dicen que a esas horas es imposible encontrarlo. Siempre es difícil, pero a oscuras es más fácil ver una luz, aunque también lo es confundirla con el astro, con el definitivo y presuntamente eterno. Aun así, aun consciente de que lo que veía eran simples flashes, ni tan siquiera podía aspirar a que me captasen para un momento más de sus vidas, insignificante, pero momento. Necesitaba solo eso, captar la atención un poco más allá de la mirada. Pero todo volvió a conspirar contra mí con su indiferencia, como cuando miras las estrellas y parece que palpitan sólo para que seas consciente de que no eres nada. Nunca le pondré estrellas fluorescentes a mis hijos. Son crueles, como esos puñeteros osos de peluche, que se criaron contigo y no son capaces de cambiar la mueca para compadecerse de ti cuando a los 16, la que a los 16 iba a ser el amor de tu vida, se va con otro antes que contigo sin razones objetivas para ser tú la rechazada. ¿Tú también te ríes de mí, o qué?. Al osito al menos lo puedes volear. Intenta pegarle a una estrella...
Jodida estrella. No, no voy a pensar más en alquimias, porque sé que no existen. Sólo quiero dormir, descansar... Dios, sí, porque mañana vuelve a tocar donación de mi tiempo para que ese perro engominado pueda seguir follándose a veinteañeras enseñando su tarjeta de visita. Los verdaderos vampiros llevan traje y corbata y la mayor deferencia que tienen contigo es darte un poco de la vaselina que les sobró para que al día siguiente pienses que al menos no lo hizo a pelo.
Mejor es pues, no pensar en el vacío, no pensar tampoco en mañana, sólo dormir para escapar durante un rato de todo. Por un tiempo me costó encontrar ese camino hacia los sueños. Antes sólo bastaba estirar el brazo y saber que te ibas a despertar con algo más que un reloj. A unas malas, te llegaba con encontrar su olor entre las sábanas para dirigirte hacia el día siguiente. Ahora mis sábanas solo huelen a mí. A lo mejor las estrellas tenían razón.Pero la que era mi única droga asequible también me ha traicionado. La certeza de paz de esas horas también se ríe ahora, como lo hace ese deseo que parecía tan inocente y sumiso a mi razón. Se han aliado y en las noches en que no busco el sol se me aparece ella, cómo una virgen. ¿Yo? Como una idiota.

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